
Era una noche, como otra cualquiera. Se quedaron a dormir 3 amigas mías, llamadas Roxy, Belén y Tamara. Miramos un rato la tele, pero no hacían nada interesante. Tamara propuso jugar a la güija, pero Roxy, Belén y yo no estábamos muy seguras. El tablero estaba en un armario(era de mi madre de cuando era como yo, y me había dicho
que no lo abriera jamás). Por eso yo no quería, pero al final el aburrimiento llegó a convencernos. Decidí abrir ese armario, estaba lleno de polvo porque hacia años que no se utilizaba. Colocamos el tablero encima de la mesa. Cogimos el vaso, vamos, todos los objetos necesarios. Estábamos un poco nerviosas.
Comenzamos a tirar en dirección de la agujas del reloj, le tocaba a Roxy. Ella muy nerviosa empezó a formular una pregunta:
-¿Fue mi padrastro quien mató a mi abuela?.
Todas pusieron el dedo y se empezó a mover el vaso. Estaban todas muertas de miedo.
La respuesta llevó al llanto a Roxy. Sus amigas la consolaron, le dijeron que no se preocupara, que era todo mentira. Roxy se fue a llorar al lavabo, quería estar sola.
Al cabo de un buen rato, cuando ya todo el mundo había tirado y le había tocado su
respuesta, le volvía a tocar a Roxy , pero todavía no habia regresado del baño. Yo la fui a buscar. Grité su nombre un par de veces, pero al ver que no contestaba me decidí a entrar. Allí no había nadie, en el espejo ponía con sangre:
-Adiós el espíritu me ha llevado.
Desde entonces ahora nadie juega.
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