Lejos, cerca y viceversa

Yo estaba muy mal. El chico, ese chico que apenas conocía, pero por el que sentía una atracción física inevitable, tenía chica.
Había soñados días y días que él y yo estaríamos juntos en un futuro cercano, muy cercano. Simplemente lo había visto varias veces y sabía quién era porque lo sabia, y ya está. Quería conocerle fuera como fuera, solamente quería crear un vínculo grande entre los dos.
Curiosamente, llegó el día en que descubrí que tenía chica, me llevé un chasco, fue como una jarra de agua fría. Me desilusioné. Ahora nada más pensaba en un futuro lejano.
Mirar mar adentro y sentir una extraña sensación. Sensación de tranquilidad, de calma, de bienestar…, sentimientos que me había costado llegar a conseguir. Simplemente porque por fin conseguí mi objetivo.