Esa mañana me desperté a las 08:00, media hora más tarde de lo habitual. Me extrañó que nadie me hubiera despertado, pero me levanté, me vestí, desayuné y salí escopeteado con mi bicicleta hacia el instituto, y al llegar me encontré la puerta cerrada y no había ningún coche aparcado ni ninguna bicicleta, entonces miré mi reloj y… ¡vi que era sábado !

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