Marta, una modelo, fue a la peluquería de Miguel. Llegó con los auriculares puestos.
-Miguel, córtame el pelo, pero no me quites los auriculares.
Miguel cortó, peinó, mojó, desflequilló, aclaró, repeinó y onduló. Pero en determinado momento, para seguir, tenía que quitarle los auriculares de las orejas.
Pensó qué pasaría si se los quitaba y se los quitó.
Diez minutos después, Marta se incorporó. Se llevó las manos a la garganta, comenzó a ponerse azul, se convulsionó, se puso completamente azul...¡y murió!
Asombradísimo, Miguel agarró los auriculares para ver qué estaba escuchando la modelo. Y oyó una voz que decía:
-Aspire..., espire..., tome aire..., échelo..., aspire..., espire..., tome aire...

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