Desde pequeños nos dicen que todos somos especiales, que todos somos distintos, y hay mucha verdad en esas palabras. Lucio era especial y también distinto de lo que llamaríamos el prototipo de niño de 10 años. El motivo de esta diferencia era que dependía de la luna. Esto no es nada poético ni ninguna ironía, es la pura y más real verdad. Dependiendo de la posición de la luna, el chico podía estar alegre o triste, cansado o lleno de energía. El caso es que una noche el chico desapareció. A partir de ese día, cada noche un cometa va rebotando entre las estrellas, dejando una noche el rostro de un chico contento y otra noche el rostro de un chico triste...

1 comentaris:

Microrrelatos de la frau dijo...

Muy buen relato, muy bien pensado inspirado en las diferentes formas de la luna, perfecto Enric.