HOLA, somos Josep y Lucas.

esperemos que os guste.

A MARGARITA

¡Qué radiosa es tu faz blanca y tranquila
bajo el dosel de tu melena blonda!
¡Qué abismo tan profundo tu pupila,
pérfida y azulada como la onda!

El fulgor soñoliento que destella
en tus ojos donde hay siempre un reproche
viene cual la mirada de la estrella
de un cielo ennegrecido por la noche.

Tu rojo labio en que la abeja sacia
su sed de miel, de aroma y embeleso,
ha sido modelada por la gracia
más para la oración que para el beso.

Tu voz que ora es aguda y ora grave,
llena de gratitud suena en mi oído,
como el saludo arrullador del ave
al sol naciente que despierta el nido.

La palabra mordaz y libertina,
en tu boca que el ósculo consume,
es una flor de punzadora espina
pero que tiene mágico perfume.

Tu discurso es amargo, licencioso
y repugnante, pero —¡extraño ejemplo!—
tu acento es dulce, arrullador y suave
como el canto del órgano en el templo.

Y tu voz a cuyo eco me emociono
lastima al mismo tiempo que recrea,
es el canto de un ángel por el tono
y el habla de un demonio por la idea.

Tu mano esconde un cetro: el albo lirio,
y fue tallada con primor no escaso
más para la limosna y para el cirio
que para la caricia y para el vaso.

Tu cuerpo... ¡que a menudo la locura
rasgó ante mí tus hábitos discretos,
y tu estatuaria y lúbrica hermosura
me reveló sus íntimos secretos!

¡Cuántas veces a la hora del tocado
penetré hasta tu estancia encantadora!
Y en un tibio misterio plateado
por una claridad como de aurora,

te hallé al salir del agua derramando
un rocío de líquidos cambiantes:
escultura de nieve comenzando
a deshelarse y a verter diamantes.

Y vi a la sierva que te adorna y peina
ajustar con destreza cuidadosa
tu magnífica túnica de reina
a tu soberbia desnudez de diosa.

¿Qué miseria, qué afán o qué flaqueza
te arrojó del edén, Eva proscrita?
¿Qué Fausto asió tu virginal belleza
y la acostó en el fango, Margarita?

Inexplicable suerte, buena o mala
la que a ti me llevó y a mí te trajo,
nuestro insensato amor es una escala
y por ella tú asciendes y yo bajo.

Oculta y sola mi pasión huraña
crece en mi corazón herido y yerto,
oculta como el cáncer en la entraña
sola como la palma en el desierto.


Salvador Díaz Mirón, 1889

Josep de la Iglesia., Lucas Alvarez



--------------------------------------------------------------------------------
Somos Diego y Joan

Hoy te escribo amor mío;
en este corazón dolido
que ya no puede más...

Hoy te escribo amor mío;
y te escribo diciendo,
que me estoy ahogando en mi soledad,
por quererte amar.

Hoy te escribo amor mío;
despidiéndome de ti...
ya que hoy comprendí
que nunca te enamorarás de mí...

Lorena Brito
Diego Traverso, Joan Tellez
Hola, somos Bego y Laura, y hemos elejido esta poesía ya que nos encanta su argumento sobre una de las grandes preguntas de la humanidad: qué hay después de la muerte.

¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?

¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero
de los senderos busca;
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura;
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.

¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas;
en donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.

Gustavo Adolfo Bécquer


Begoña Sanvicens, Laura Estrada

Hola somos Adrià, Iván y Marc. Y hemos escogido esta poesía porque nos ha sorprendido y nos ha resultado interesante.

MUERTOS
Yo escribí de los muertos
sin saber de sus rudas zarabandas nocturnas…

Fue cuando murió mi primer hijo
y mi novia murió a su manera
y mi madre se quedó sin morir pero no importa
porque ya había barrido gritando de sus ojos la luz…

Sin invitación
sin desnudez apropiada
sin miedo justo a mi medida
llegué hasta sus territorios terribles
con el cabello roto y el hambre vocinglera:

Reñían horriblemente, como hermanos.

Sus uñas de aire rasgaban sus mejillas y sus pechos de aire
y su furia caía sobre los hombros de mis ojos
como si la batalla solamente sirviera
para insultarme por vivir…

De entre todos ellos

Oolgue hacía brillar como una luna
su ancha ferocidad que merecía el respaldo del mármol
o de la peor espina.

Golpeaba a los demás y a mi miedo
con más crueldad que un niño,
como si desde el principio del tiempo
hubiese recibido sin quererlo
la espantosa encomienda de vengar a Dios.

Oh, amigos,
es duro ver matando a los que descansan en paz,
es más grave que quedarse solo
sabiendo que uno no sirve ni para que lo maten!

Holgué me dejó escapar aquella noche
porque era evidente en mi temblor de manos
el odio por la vida.

Desde el más allá de la muerte sus tenues camaradas
me miraron partir con un desprecio inmenso
absolutamente avergonzado de mi respiración…

ROQUE DALTON,
Adrià Triviño, Iván Rojas, Marc Carbonell
Hola! Somos Tania y Bea, y como inauguración de este blog hemos querido poner este poema de Rosalia De Castro, ya que nos ha gustado mucho como expresa sus sentimientos por la muerte de su hijo, esperamos que os guste.

Era apacible el día
Y templado el ambiente,
Y llovía, llovía
Callada y mansamente;
Y mientras silenciosa
Lloraba y yo gemía,
Mi niño, tierna rosa
Durmiendo se moría.
Al huir de este mundo, ¡qué sosiego en su frente!
Al verle yo alejarse, ¡qué borrasca en la mía!

Tierra sobre el cadáver insepulto
Antes que empiece a corromp-erse... ¡tierra!
Ya el hoyo se ha cubierto, sosegaos,
Bien pronto en los terrones removidos
Verde y pujante crecerá la yerba.

¿Qué andáis buscando en torno de las tumbas,
Torvo el mirar, nublado el pensamiento?
¡No os ocupéis de lo que al polvo vuelve!...
Jamás el que descansa en el sepulcro
Ha de tornar a amaros ni a ofenderos
¡Jamás! ¿Es verdad que todo
Para siempre acabó ya?
No, no puede acabar lo que es eterno,
Ni puede tener fin la inmensidad.

Tú te fuiste por siempre; mas mi alma
Te espera aún con amoroso afán,
Y vendrá o iré yo, bien de mi vida,
Allí donde nos hemos de encontrar.

Algo ha quedado tuyo en mis entrañas
Que no morirá jamás,
Y que Dios, porque es justo y porque es bueno,
A desunir ya nunca volverá.
En el cielo, en la tierra, en lo insondable
Yo te hallaré y me hallarás.
No, no puede acabar lo que es eterno,
Ni puede tener fin la inmensidad.

Mas... es verdad, ha partido
Para nunca más tornar.
Nada hay eterno para el hombre, huésped
De un día en este mundo terrenal,
En donde nace, vive y al fin muere
Cual todo nace, vive y muere acá.


Rosalía de Castro

Bea, Tania