Juan y Mónica se casaron, eran felices. Hasta que un día Juan conoció a Tamara, una guapa cajera de supermercado. Juan le pidió el divorcio a Mónica. Mónica aceptó, lo seguía queriendo pero no quería vivir mal. Sólo faltaba que el divorcio se hiciera oficial. Pero la iglesia dijo que divorciarse era pecado y no los dejaron. Como Juan era muy creyente no aceptaba que estaba pecando, hasta que un día se le ocurrió la solución. En la ceremonía del casamiento el cura dijo:
-Hasta que la muerte os separe.

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