Era un día estupendo, era mi cumpleaños, y mi familia me había regalado un crucero para toda la familia, claro. Y sería un día que no podré olvidar en toda mi vida. Todo iba estupendamente, la comida era deliciosa, diversión por todos los lados (piscina, jacuzzi, casino suite de lujo, un mini centro comercial… Era el mejor de los días de mi vida pero todo cambió en unos momentos. Se acercaba una tormenta muy dura, el capitán estaba preocupado, había olas gigantescas, al poco rato sonó el megáfono por el cual decían: “Atención, señores pasajeros, les rogamos que vayan a sus camarotes inmediatamente, repito vayan a sus camarotes inmediatamente, esto no es un simulacro”. Todo el mundo estaba asustado, corrían hacia los camarotes lo más rápido que podían, el barco se tambaleaba como un columpio por las olas, todas las personas que iban en el barco estaban asustadas dentro de sus camarotes, unos cuantos minutos después la cubierta del barco se empezó a llenar de agua. El capitán intentaba irse del medio de la tormenta, era difícil puesto que había grandes olas, toda mi familia estaba muerta de miedo, yo también y quién no lo estaría en esta situación. El agua de la cubierta empezó a llegar a los camarotes y a las tiendas y casinos que había dentro del barco, todo se llenó de agua, ropa empapada para poder hacer una sopa, muebles, camas, lámparas de pie…todo mojado y roto o a medio romper. Finalmente, después de 2horas de la insufrible tormenta, y 4horas y 27minutos después de emprender el viaje llegamos a puerto, nos llevaron a un hospital, y nos hicieron pruebas para determinar nuestro estado de salud. Fue un día terrible e inolvidable.

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